24.2.09

Lo malo estaba en que a fuerza de temer la excesiva localizacion de los puntos de vista habia terminado por pesar y hasta aceptar demasiado el si y el no del todo, a mirar desde el fiel los platillos de la balanza. En París todo le era Buenos Aires y viceversa en lo mas ahincado del amor, padecia ya aceptaba la perdida y el olvido. Actitud perniciosamente comoda y hasta facil a poco que se volviera un reflejo y una tecnica; la lucidez terrible del paralitico, la ceguera del atleta perfectamente estupido. Se empieza a andar por la vida con el paso pachorriento del filosofo y del clochard, reduciendo cada vez mas los gestos vitales al mero instinto de conservacion, al ejercicio de una consiencia mas atenta a no dejarse engañar que a aprehender la verdad. Quietismo laico, ataraxa moderada, atenta desatencion.

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