Respiro y noto que con cada milésimo átomo o lo que sea de lo que esté compuesto el aire, expiro extrañarte. No me siento cómoda escribiéndolo pero tengo que sacarlo de alguna manera, hablarte ya no es una opción, y no porque no te encuentres entre los vivos, sino, porque para vos, YO soy la muerta. Te extraño, extraño tu pelo, tus ojos tu sonrisa. Tus dientes. Te extraño, pero siempre me cuesta admitirlo, y comienzo siempre por extrañar a los que nos rodeaban, para caer inevitablemente en vos. En que siempre extraño a otros, porque te extraño a vos. Entonces busco a los otros, pasando por uno...por otro, sin resultados, porque como dije, no es una opción hablarte, ni a ellos. Simultánea mente me digo que la explicación a extrañarte es que me acordé de otros, y me trajo nostalgia. Pero en el fondo sé que no me interesan los demás. Extraño cómo me sentía cuando no nos peleábamos (aunque eran pocos los últimos tiempos) eran perfectos. Tus cartas, hacerte cartas, no entender tus cartas pero que entiendas a la perfección las mías, mis gestos que no pude explicar. Extraño no poder explicar nuestra relación porque simplemente era inexplicable y profunda (al menos así lo veo yo). Extraño no publicar nada, porque desde que te fuiste mi cabeza se llenó de vacío (extraño que me corrijas lo que digo, lo que escribo lo que hago). Extraño corregirte, buscar un pórtico. Hasta extraño llorar...con vos. Me molesta el sonido que hace mi cama cuando me levanto, pero quiero que la tuya vuelva ya. Extraño escucharte decir mi apodo, mi nombre, mi apellido, lo que sea. Extraño tu voz. Mi celular sonando por vos, y mi mamá avisándome que estabas del otro lado del teléfono para contarme algo, o sólo hablar, o pelear. Extraño que todo lo que hacías me parecía enorme - mente grande al lado de mí, tan insignificante, tus excusas hilarantes, tu sonrisa de costado. Tu complicidad, extraño tu complicidad... tu "sabiduría" sobre la tecnología que me es tan poco familiar, y que nunca supe apreciar. Cada vez que veo los chocolates que te gustaban es un problema. Extraño saberme tu teléfono de memoria (ya no pasa) y que vos te sepas el mío (claramente, ya no pasa) Me arrepiento no poder decirte lo que pienso, arriesgarme a que leas algo que nunca vas a leer, y vivir siempre con este sentimiento que no se pasa. Antes creía me había vuelto loca (como ya sabemos quién) y me aconsejé, es solamente que te extraño, porque te quise mucho, porque me resigno a no quererte, porque me cuesta que no me importe. Porque extraño hablar, de ésto, odio no encontrar el momento o la forma de decirlo, sin que suene como los stalkers de las películas que después te matan (jaja, capaz te reirías, sólo porque me reí, porque así eras, eramos) Quiero mirarte y sentir que ya pasó, que lo que hicimos mal es un pedacito de nuestras vidas que vamos a mirar con gracia, porque yo hoy ya me río de mis exageraciones, de mi odioso humor cuando sabía que algo iba diferente a lo planeado. Entonces me sobreviene una necesidad, la de decirte que siempre mantuve ese horrible humor, porque temo. Temo a casi todo, a lo malo y a lo exagerada mente bueno. Temía que te dieses cuenta de lo que creía ser yo, temía que notes quién era, mi parte más vulnerable de mí: vos. Temía que notases que eras tan importante y que no sabía bien porqué, pero lo eras, eras calidez a mi vida y estar solos suponía el único momento fuera de competencia. Porque competía, con todo. Por temor. Competía por vos, con vos. Porque era eso, que sepas que no tenía mucho para ofrecer, que sólo íbamos a ser lo que eramos, y que además de mis numerosas fallas, vos eras, por lejos, el mejor competidor. El más hábil, lo que me mataba. Hace tiempo que no escribo, no escribo porque creía que estaba vacía, porque no tenía una parte (aunque no soy un ermitaño, hay una parte de mí que se fue con vos, y mi corazón no es como las lombrices, no se regenera, al menos no ese pedacito) pero resulta que está, su ausencia se convierte en una presencia, y adopto una nueva fase: aceptar que te extraño, que siempre te voy a extrañar, y que no me pasa con los demás, que aunque alguien ocupa muy bien "tu" lugar, no lo llena, que siempre a todos le va a quedar grande el zapato, y que no soy para nada conformista.
(leo mis entradas anteriores: sí, estoy loca, si fuera yo quien encuentra este blog lleno de lamentos, me tendría miedo, despues me reiría, te llamaría y lo leeríamos, pero soy de mí misma de quien me río, y no es a vos a quién llamo, y no cuento a nadie sobre lo que leo, porque aunque me río de mí misma, me entiendo, y sé que a nadie más se me ocurriría mostrar éste lado de mí, excepto a vos.)