24.2.09
Lo malo estaba en que a fuerza de temer la excesiva localizacion de los puntos de vista habia terminado por pesar y hasta aceptar demasiado el si y el no del todo, a mirar desde el fiel los platillos de la balanza. En París todo le era Buenos Aires y viceversa en lo mas ahincado del amor, padecia ya aceptaba la perdida y el olvido. Actitud perniciosamente comoda y hasta facil a poco que se volviera un reflejo y una tecnica; la lucidez terrible del paralitico, la ceguera del atleta perfectamente estupido. Se empieza a andar por la vida con el paso pachorriento del filosofo y del clochard, reduciendo cada vez mas los gestos vitales al mero instinto de conservacion, al ejercicio de una consiencia mas atenta a no dejarse engañar que a aprehender la verdad. Quietismo laico, ataraxa moderada, atenta desatencion.
Lo único cierto era el peso en la boca del estómago, la sospecha física de que algo no andaba bien, de que casi nunca había andado bien. No era ni siquiera un problema sino haberse negado desde temprano a las mentiras colectivas o a la soledad rencorosa del que se pone a estudiar los isótopos radioactivos o la presidencia de Bartolomé Mitre.
Salir, hacer, poner al día, no eran cosas que ayudaran a dormirse. Poner al día, vaya expresión. Hacer. Hacer algo, hacer el bien, hacer pis, hacer tiempo, la acción en todas sus barajas. Pero detrás de toda acción había una protesta, porque todo hacer significaba salir de para llegar a, o mover algo para que estuviera aquí y no allí, o entrar en esa casa en vez de no entrar o entrar en la de al lado, es decir que en todo acto había la admición de una carencia, de algo no hecho todavía y que era posible hacer, la protesta tácita frente a la continua evidecia de la falta, de la merma de la prevedad del presente. Creer que la acción podía colmar, o que la suma de acciones podía realmente equivaler a una vida digna de este nombre, era ilusión de moralista. Valía más renunciar, porque la renuncia a la acción era la protesta misma y no su máscara. 'Lo malo de todo esto' pensó 'es que desemboca inevitablemente en el animula vagula blandula, qué hacer?. Con esta pregunta empecé a no dormir. Oblomov, cosa facciamo? Las grandes voces de la historia insitran a la acción: Hamlet, revenge!, Nos vengamos Hamlet o tranquilamente Chippendale y zapatillas y un buen fuego?. El sirio, después de todo, elogió escandalosamente a Marta, es sabido, das la batalla Arjuna? No podés negar los valores rey indeciso. La lucha, por la lucha misma, vivir peligrosamente, pensá en Mario el Epicúreo, en Richard Hillary, etc. Felices los que eligen, los que aceptan ser elegidos, los hermosos héroes los hermosos santos, los escapistas perfectos.
No me parece que la luciérnaga extraiga mayor suficiencia del hecho incontrovertible de que es una de las maravillas más fenomenales de este circo y sin embargo basta suponerle una conciencia para comprender que cada vez que se le encandila la barriguita el bicho de luz debe sentir como una cosquilla de privilegio.
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